martes, 15 de junio de 2010

Dientes apretados

A veces hay situaciones que son difícil de entender, sobre todo cuando es la primera vez que uno las enfrenta. Hoy me toco una de esas. Nunca había despedido a un ser querido "cristianamente".
Pensé que me iba a sentir helado, que la piel se me iba a erizar, que mas abiertos los ojos no los iba a poder tener. Entonces uno llora.
También pensé que una mente racional entiende que a veces, simplemente, es mejor así. Que en aquel lugar eterno las almas encontraran la inmensidad y la gloria en todo su esplendor. Entonces uno sonríe.

Hoy tuve momentos de un tipo y de otro.
Hoy tuve momentos de tranquilidad, rozando lo bizarro, al entender la muerte como un paso mas de la vida, y, a la vez, como un un nuevo despertar, un nuevo camino, completamente desconocido, que da miedo, pero que con los dientes apretados se debe emprender.
Hoy tuve momentos escalofriantes, rozando lo bizarro, al atravesar un sendero, con aire helado en la frente y los pies congelados por la temperatura bajo cero, sosteniendo con los dientes apretados el cajón donde descansaría para siempre.

Sin embargo, a pesar de estar tirando al medio, un momento de lucidez se me acerco, y me hizo entender que ahora él vivía en mi, desde hoy y para siempre, una parte de él iba a estar en mi, pero no solamente en la memoria y el recuerdo, sino también en las convicciones. Porque conocer a una persona como él fue también conocerse a uno mismo. Y es por eso que siempre sabré que soy de boca y peronista, por y, espero, como mi abuelo.

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